Displasia del desarrollo de la cadera

24 agosto, 2021

Entre las malformaciones más frecuentes en ortopedia cabe señalar la hasta hace poco llamada luxación congénita de cadera, sustituida por el actual de displasia de cadera en desarrollo.
Se ha sustituido el término congénito por desarrollo ya que en ocasiones la cadera normal al nacimiento puede presentar anormalidades más tardías. Además se acepta que al pasar el tiempo se producen cambios con lo que una cadera sub-luxable al pasar el tiempo puede estar luxada.

¿Qué es la displasia del desarrollo de la cadera?
La displasia del desarrollo de la cadera (DDC), denominada también displasia de la cadera y que algunos autores todavía la denominan luxación congénita de la cadera, es una alteración en el desarrollo y relación anatómica de los componentes de la articulación coxo-femoral (figura 1).


Figura 1
Componentes de la articulación coxo-femoral

En el caso de la luxación de cadera, la cabeza del fémur sale de su cavidad en la pelvis (acetábulo).
El término “luxación congénita de cadera” se refiere a un amplio espectro de deformidades de la cadera que o bien se presentan en el recién nacido o bien se desarrollan durante la infancia y que incluyen la luxación de la articulación, la subluxación (pérdida parcial del contacto normal entre el fémur y la pelvis), la cadera luxable (cuando podemos luxar la articulación manipulándola) e incluso discretas anomalías de la forma en las que la cavidad articular es poco profunda (displasia acetabular).

Epidemiología
La DDC es una patología mundial con una incidencia variable de país a país. En los países desarrollados la frecuencia es de aproximadamente 2-3 casos por cada 1.000 recién nacidos (RN) vivos y en aquellos en desarrollo varía entre 4-14 por cada 1000 RN. Su frecuencia es mayor en el sexo femenino y es más frecuente en la cadera izquierda.


¿Cómo se produce la luxación?
La causa se desconoce, aunque son múltiples los factores que intervienen en la génesis de esta deformidad. Aunque los factores genéticos y hormonales juegan un papel importante en su etiología, actualmente se considera que la causa primaria es la restricción intrauterina de los movimientos fetales al final de la gestación. Los bajos niveles de líquido amniótico en el útero durante el embarazo pueden incrementar el riesgo para el bebé de padecer esta enfermedad. Otros factores de riesgo pueden abarcar:
• ser primogénito;
• ser de sexo femenino;
• posición de nalgas durante el embarazo, en la cual los glúteos del bebé están abajo;
• antecedentes familiares de este trastorno.

Sintomatología clínica
Al nacimiento no existe síntomas y/o signos característicos y ocasionalmente puede observarse una extrema flaccidez o rigidez de las extremidades, de manera que un examen clínico inicial puede conducir a errores; por lo tanto, como la DDC no siempre se detecta en el período neonatal, los niños menores de un año deben ser examinados en forma sistemática en cada consulta pediátrica para detectar esta patología.

Tardíamente o cuando el niño ya camina, ayudan a sospechar la enfermedad: la asimetría de pliegues glúteos, las extemidades con longitud desigual, la marcha de pato, la cojera, el caminar de puntillas y una lordosis lumbar acentuada.

¿Cómo se descubre la enfermedad?
Los pediatras examinan habitualmente a todos los recién nacidos y a los bebés en busca de displasia de la cadera. Existen varios métodos para detectar la dislocación de cadera ó una cadera que se puede dislocar.

El método más común para identificar la afección es un examen físico de las caderas, el cual consiste en aplicar presión mientras estas se mueven. El médico escucha para ver si hay algún chasquido, sonidos sordos o crujidos. Con unas maniobras de exploración que llamamos Ortolani y Barlow evaluamos si la cadera está luxada o es luxable.

¿Qué hacer cuándo nace un niño?
El diagnóstico precoz de la DDC constituye el punto fundamental para obtener una evolución satisfactoria, es decir, para obtener el desarrollo de una cadera de características normales. Cualquier retardo en el diagnóstico puede comprometer el futuro de la articulación y provocar la evolución hacia una artrosis precoz.

A todos los recién nacidos se les debe explorar las caderas durante el primer examen postnatal, antes del alta clínica y en los controles pediátricos habituales.

Pruebas y exámenes
La ecografía de la cadera se utiliza en bebés más pequeños para confirmar el problema. No ha de realizarse de forma sistemática a todos los recién nacidos pero sí en aquellos con una exploración física anómala o con más de tres factores de riesgo: antecedente familiar, sexo femenino, primer parto, presentación de nalgas, deformidades posturales asociadas (pies o cuello deformados)…
La radiografía convencional constituye el método usual de diagnóstico y control en los niños mayores de 3 meses. En el recién nacido la radiografía de cadera es poco útil ya que no ha aparecido el núcleo de la cabeza femoral (aparece entre el 2º y el 5º mes de vida) y aún no se han producido cambios estructurales secundarios.

Tratamiento
El objetivo del tratamiento de la luxación congénita de cadera es obtener una cadera reducida sin deformidades residuales así como evitar las complicaciones y las secuelas.
Algunos niños presentan sólo una inestabilidad de la cadera durante las primeras semanas de vida y en muchos de ellos la inestabilidad desaparece de forma espontánea.

Todos los niños que presentan una inestabilidad de cadera más allá de las tres primeras semanas de vida o una luxación completa, han de ser tratados. En una primera fase, para reducir la cadera, el tratamiento consiste en la colocación de un dispositivo o arnés para mantener las piernas separadas y volteadas hacia afuera (posición de pata de rana). Este dispositivo por lo general sostiene la articulación coxofemoral en su lugar mientras el niño crece.
Los niños que no mejoran o a quienes se les hace un diagnóstico después de los seis meses con frecuencia necesitan cirugía.

Pronóstico
El diagnóstico temprano de la DDC es importante y determinante en su tratamiento y pronóstico. Si el diagnóstico se realiza antes de los seis meses de edad, existe 90 a 95% de probabilidades de curación con el tratamiento conservador.


Posibles complicaciones
Los dispositivos ortopédicos pueden ocasionar irritación de la piel. Las diferencias en las longitudes de las piernas pueden persistir a pesar del tratamiento apropiado. Sin tratamiento, la displasia de la cadera ocasionará artritis y deterioro de la cadera misma, lo cual puede ser gravemente debilitante.

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