Líbano: Colapsados los sistemas de saneamiento básico de los refugiados sirios por las tormentas de invierno
30 enero, 2019
“Los sistemas de saneamiento en asentamientos de refugiados que han colapsado son soluciones de emergencia pensadas para plazos cortos pero más de 350 000 personas llevan ya casi ocho años utilizándolas, desde el inicio del conflicto”, asegura Beatriz Navarro, directora de Acción contra el Hambre en Líbano. |
“Nuestros equipos están trabajando contra el reloj no solo para la respuesta de emergencia a la ola de frío sino para poner en marcha mejoras en los campamentos capaces de mitigar el impacto de futuras tormentas que posiblemente se produzcan en los próximos dos o tres meses”, explica Beatriz Navarro. “Las carpas de los refugiados están muy próximas entre sí y no cuentan con un sistema de drenaje adecuado. Los refugiados han excavado canales, pero no lo suficientemente profundos para desviar la cantidad de agua proveniente de las últimas tormentas de lluvia y nieve”. Además, los canales de drenaje previamente construidos (que ya existían a lo largo de los campos agrícolas para riego) tienden a llenarse con basura, impidiendo el paso del agua, produciéndose inundaciones de aguas sucias más rápido de lo que debería.
Gestión de residuos y salud pública En las afueras de Aarsal, en los campamentos ubicados en las colinas los asentamientos situados más abajo han recibido flujos de fango más pesados y densos, que erosionan más profundamente el suelo, y que por lo general son más destructivos. Además, los tanques sépticos también se han desbordado, fundamentalmente a partir del 17 de enero tras la segunda tormenta, Miriam, mezclándose con el lodo que inundó las tiendas. “A las familias les ha llevado más de una semana limpiar y hacer posible su regreso a sus viviendas”, apunta Marcial Rodríguez, responsable de la base de Zahle, en Líbano, de Acción contra el Hambre. Algunos de los campamentos donde se asientan los refugiados todavía continúan inundados. Están rodeados de canales de irrigación, en medio de zonas agrícolas. “Durante la primera tormenta, Norma, el pasado 6 de enero, los canales se llenaron de agua demasiado rápido e inundaron la línea de tiendas dispuestas en la orilla. La gente se vio obligada a reubicarse incluso antes de la llegada de Miriam y todavía no se siente segura de regresar, incluso dos semanas después de Norma”, explica Marcial Rodríguez. “Hemos distribuido palés para que las familias pudieran mantener los colchones secos en el suelo todavía húmedo”.
Niños y ancianos, enfermos por el frío y la humedad Debido a la persistente humedad, cada vez más personas, especialmente niños y ancianos, están enfermando (gripe, neumonía, fiebre, alergias). Los campamentos rodeados de canales de irrigación aún no están completamente secos después de las tormentas y se han convertido en un terreno fértil para las bacterias y unas malas condiciones de higiene. “A pesar de los esfuerzos de la gente por mantener una higiene personal mínima y sus tiendas limpias, el barro simplemente no lo permite. Además, los ingresos con los que cuentan aquí la población son muy escasos ya que se limitan a la temporada agrícola y durante el invierno dependen por completo de la ayuda exterior”. |
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