Las noticias que se puede encontrar uno en internet…

13 noviembre, 2014

Es inconcebible hasta dónde puede llegar la perversión del ser humano; acabo de encontrar, leyendo el diario, una noticia que me ha conmovido: la violación y el posterior asesinato de un inocente niño. Enciendo un cigarrillo y continúo la lectura: todo hace suponer, según el tenor de la nota periodística, que sea el último de una serie de escalofriantes crímenes llevados a cabo, si la conjetura resulta cierta, por el mismo sujeto. Sin duda un enfermo, un monstruo, un ser abominable. ¡Dios mío!! Sentado en una banca de esta plaza ―hojas secas caen a mi alrededor, un formidable ejército de palomas se desbanda, un viento amable despeina mis cabellos― observo a un animado grupo de niños que corren en torno a la pileta ¿y si uno de éstos fuera la próxima víctima? Pedofília, qué aborrecible palabra.

Niños jugando en un parque

No se conoce la identidad del criminal, la ciudad está conmocionada y la policía, con su proverbial ineficiencia, colecciona las pistas para el esclarecimiento del crimen. Dejo de leer y me percato que algunas personas pasean y se detienen a mirar a los niños que juegan sin un ápice de preocupación. Por ejemplo, aquel señor de mirada extraviada parece tener un secreto que oculta, no sé, me parece sospechoso. O quizá el joven que aparenta ser estudiante y revisa unas anotaciones en su cuaderno; de cuando en cuando deja de concentrarse en sus menesteres y levanta la vista, ceñudo, evidentemente irritado por el barullo ensordecedor de los infantes. Les debe odiar. Un sacerdote se detiene a conversar con los niños y éstos le rodean. ¡Cuidado pequeños!! La sonrisa del clérigo se me ocurre maliciosa y diabólica, debajo de su aparente beatitud puede ocultarse un alma atormentada y maligna.
La crónica termina invocando la participación activa de la ciudadanía, y ésta, además, debe estar prevenida y ha de tener sumo cuidado con las conductas sospechas de los extraños, a fin de evitar sucesos similares. Concluyo que cualquiera puede ser el asesino y que nadie está libre de sospecha. Arrojo la colilla del cigarro sobre una pila de hojas muertas y éstas comienzan a arder lentamente en un precario fuego interno.

Pedofilia, qué aborrecible palabra. ¿Quién puede odiar a un niño? Una pelota cae a mis pies y una hermosa criatura se acerca a recogerla ¿Quién puede hacerle daño a una niña como ésta? Se la entrego, me sonríe y yo le devuelvo el gesto. Dios nos libre. Él dijo «dejad que los niños vengan a mí», y así lo repito, porque yo también ―¿cómo no?― amo a los niños. Ensayo mi mejor sonrisa: «A ver ¿cómo dijiste que te llamabas, linda?».

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